Rubí, protectoras y la segunda oportunidad

Vivimos en tiempos de consumismo, de compras por impulso, de insatisfacciones varias disimuladas con placeres efímeros. De selfies geniales sobre vidas vacías, de amores públicos con desamores privados. Pero sobre todo, de imágenes de éxito y felicidad, que ocultan miserias inconfesables. Miserias que terminan aflorando y provocan sufrimiento a personas y mascotas, porque en la soberbia y egoísmo de creernos seres superiores, vamos por la vida disponiendo y decidiendo, muchas veces, sin el menor remordimiento.

 

Es un problema mundial, y por ello no es extraño encontrarse también por las calles de Rubí con perros abandonados, extraviados y maltratados. Animales que ni siquiera han tenido la "suerte" del abandono, y  -tal cual esclavos-, aun satisfacen los deseos de su amo "pensante". Es que… en ocasiones da vergüenza ajena ver como algunos niños -y muchas veces los mayores- tratan a sus mascotas. Casos donde el sufrimiento de ese ser está presente en su mirada y a cada paso. Donde su soledad acompañada e incomprendida, solo es parte del entretenimiento de algunos y el aburrimiento de otros.

 

Es así que en redes sociales podemos ver, de forma casi permanente, todo tipo de situaciones relacionadas con animales de compañía. Y van desde distracciones incomprensibles, hasta casos espeluznantes cada vez mas frecuentes. Recuerdo ahora mismo una noticia de la pasada semana en la que tras una discusión  en Valencia y para hacer daño a otro individuo, una mujer lanzó un perro por la ventana de un 7o piso, causándole una muerte indescriptiblemente cruel. O también otra reciente, en la que una persona pretendió deshacerse de su mascota utilizando fármacos, extremo que no llegó a concretarse porque el caso fue descubierto, salvándose la vida del can con un tratamiento de desintoxicación.

La historia de Penny Foto: Carlos Vittese

 

Pero no solo los adultos son capaces de "perder la cabeza" (o nunca haberla tenido). Hace pocas horas hemos conocido el caso de unos niños que bañaron en pegamento a un animal, al que luego cubrieron con barro, que al solidificarse le iba dejando casi inmóvil. Fue abandonado entonces a su suerte en una caja mientras su cuerpo absorbía pegamento camino a una muerte segura en soledad, destino que un alma caritativa se encargó de cambiar.

 

Hace falta mucha pedagogía, tanto para "grandes" como para niños. Un perro no es un juguete, ni debería ser un capricho. Es un ser vivo -que hoy tiene bastantes más derechos que hace algún tiempo-, y merece ser tratado como tal. Afortunadamente existen asociaciones y protectoras de animales, que recogen a aquellos que han sido extraviados, abandonados, o simplemente han tenido la "suerte" de que alguien haya salvado sus vidas, rescatándolos de la calle, o denunciando a quienes les infringían el maltrato y dolor que no merecían. Por eso, antes de comprar una mascota, antes de llevar un perro a casa, piénsalo dos veces ¿estás preparado para un nuevo integrante en la familia? Si la respuesta es afirmativa, y te has tomado el tiempo de leer hasta aquí, entonces considera adoptar. Es un acto de amor, y le estarás dando una segunda oportunidad a ese ser de 4 patas, con el que solo cruzando miradas, ya te dejará claro que está dispuesto a darte "todo", a cambio de casi nada. Busca información en las redes sociales, y muy pronto encontrarás a tu nuevo amigo/a, porque lleva esperándote mucho mas tiempo del que desearía, como le ocurrió a Penny,  un ejemplo de "segunda oportunidad" con final feliz, y a quien puedes conocer en el vídeo que acompaña éste artículo.